sábado, 23 de julio de 2016

Aquellos ojos

Jamás la habían mirado de esa manera, con ese deseo, con esa prepotencia.
Aquellos ojos la violentaban, la quemaban por dentro y la hacían agua. El calor interno la invadía y le impedía moverse, salvo sus pechos, que acompasaban su cada vez más agitada respiración.
Aquel hombre dominaba su voluntad sin tocarla, con la autosuficiencia de saber que ella era el objeto de su deseo, de su lujuria. Ella ansiaba no sólo que la poseyese con sus ojos, sino también con su cuerpo, y para ello estaba dispuesta a cualquier cosa...
|π$tinto©

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