jueves, 21 de abril de 2016

Como decíamos ayer...

"Como decíamos ayer..."
Con esta frase comenzaba su clase en la Universidad de Salamanca Fray Luis de León después de 5 años de prisión tras ser denunciado por traducir libros mal vistos en su época.
Con esa misma frase, Miguel de Unamuno, cuatro siglos más tarde, hacía lo propio frente a sus alumnos tras años de destierro por el peligro de contagio que suponía usar su libertad de expresión.
Por supuesto, yo no soy comparable ni a la punta de un pelo del dedo meñique del pié de estos dos monstruos de las letras, pero sí, con su permiso, voy a hacer mías sus sensaciones en aquellos momentos.
Hace mes y medio, 18500 personas se habían tomado la molestia, voluntariamente, de darle al dedito azul. Muchas de ellas compartieron escritos, fotos, sensaciones, tiempo...,  hicieron suyos pensamientos, historias, situaciones, deseos, anhelos..., me dieron los buenos días y las buenas noches, se metieron en mis sueños, los noté muy cerca y me otorgaron su compañía cuando más se valora, cuando no la pides y te la dan.
En este tiempo de ausencia forzada tras la enésima denuncia, he pensado mucho si volver, o dejar que Ins Tinto feneciera en el olvido.
Nació como respuesta y salida a un determinado momento de mi vida. Era la manera de plasmar mi interior en letras, en negro sobre blanco. Era mi desnudez en unos tiempos en que me sobraba la ropa, era las alas que me permitían volar y verlo todo desde arriba, era las cadenas que hacían que pudiese levar el ancla y navegar... Ins Tinto salió a la luz de manera discreta y personal, como solución interior y sin ánimo de llegar a nadie. Era una respuesta introspectiva a mi mismo.
Cumplió su función, me sanó, me liberó, me permitió avanzar, y por eso, cuando me quitaron la página, no tuve intención de volver, pensando egoístamente. Ya que tiraron mis enseres, me iría con mi maleta cerrada a otro sitio.
Pero..., alguna gente y algunas circunstancias me han hecho ver, que no se debe pensar sólo en uno mismo. Que las aflicciones, penas, tristezas, como las alegrías, no terminan en uno mismo, y quizás, indirectamente, se le puede hacer el bien, o una sonrisa, o un buen y agradable momento a alguien desconocido, pero necesitado de ese rato.
Si alguno de los muchos post que subí ha sacado algo bueno, o ha borrado algo malo de alguien, ya merece la pena, como me mereció a mi...

Esto en gran parte es culpa tuya, y lo sabes. Sí, a ti, sí, sí!, tú sabes a quién me refiero, porque no has parado de percutir hasta que has tirado al suelo mi resistencia. Te lo recordaré...
Dicen que segundas partes nunca fueron buenas, pero...

Como decíamos ayer...

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