sábado, 5 de noviembre de 2016

El cine

La velada que empezó en la oscuridad de un cine, proseguía entre las sombras de su habitación.
Dónde antes había una invitación a que él se sentase a su lado, ahora había un requerimiento a que ella se sentase encima de él.
Cuando antes descansaban en el apoyabrazos, ahora se asían con firmeza al respaldo de la silla.
Antes, cruzaba las piernas en la butaca, ahora las abría a horcajadas para sentirlo muy dentro. Él ya no hundía sus dedos en las palomitas, sino las manos en sus nalgas. Ya no escuchaba los diálogos del guión, palidecía con los gemidos que le arrancaba. No bebía del refresco, paladeaba su néctar. No arrugaba su entrada, apretaba sus pechos.
Ya no veían una película romántica, protagonizaban una tórrida escena sexual...

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