viernes, 21 de octubre de 2016

Dejar el infierno atrás

Había sacado fuerzas de donde no sabía ni que existían. Tenía que hacerlo por ella misma, por su hoy y por su mañana. Le costó un mundo romper los hilos que anulaban su voluntad, las cuerdas que la amarraban a él.
Se armaba de valor y dejaba atrás mucho tiempo, sufrimientos, llantos, gritos y golpes. El miedo a seguir igual ya era más poderoso que el temor a empezar de cero, porque nada sería peor que lo que estaba viviendo, y aunque tardó en reconocerlo, no lo necesitaba, podía ser libre, lo era...
Las muletas de su gente, de sus amigos, de su familia, le ayudarían a salir, a caminar, a avanzar. Así que se apoyó en ellas con fuerza, se despojó de su traje de princesa empapado en lágrimas, de su antigua cobardía, de sus gafas oscuras que ocultaban ojos negros a la fuerza, de sus noches amargas y sus días sin sol. Descorchó la botella de la ilusión y la valentía, y caminó firme y descalza hacia su futuro, hacia ella misma, que la esperaba, ya sin él...
|π$tinto©

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